Estoy saturada, tengo que leer kilos de páginas en menos de una semana. Sin embargo, lo mejor que se puede hacer es arremangarse la camisa y ponerse manos a la obra. ¿Qué si no? ¿Dejar, acaso, que nos consuma el tiempo que se mueve a una velocidad vertiginosa, la ansiedad, los nervios, y fallar? De ninguna manera.
Para leer, primero, hay que entender. Eso está claro, y peca de perogrullo. Sin embargo, quiero dejarlo como base, dado que no puedes – nadie puede – empezar a leer y resumir si no ha entendido lo que leyó.
Entonces, hablemos de cómo resumir esa cantidad de tomos y volúmenes, para luego, en vez de volver al texto, leer estos apuntes que hemos hecho.
1. Anota al margen y subraya
Esta sería la fase inicial, subrayar las ideas clave (esto es, aquellas que mejor sinteticen la información dada, o bien, que aporten nuevos datos relevantes) y anotar al margen palabras tales como “def” (con una flecha) cuando va una definición, o un mini esquema de las ideas. Yo uso muchísimo las flechas, creo que son muy útiles para las causas-consecuencias, o bien, para señalar procesos.
2. Pasa “en limpio”
En mi caso, no es demasiado limpio, porque tengo una letra de mierda, sobre todo cuando ya he escrito en toneladas de hojas y se me empieza a cansar la mano (véase la imagen). Sin embargo, es útil traspasar las ideas principales del texto a una hoja aparte, incluyendo los diagramas raros hechos al margen, con flechas, por supuesto. Así, se va a ver la materia de una forma más bien panorámica.

3. Haz esquemas y tablas
Esta es la mejor forma de ver si comprendiste la información: utilizando tablas (ya mejor hechas que los diagramas del cuaderno) que sinteticen todo. Yo también las hago en los apuntes que tomo en clase, como se puede ver abajo en los ejemplos de romano, de modo que sé que se comprenden las diferencias y similitudes (como lo sería una tabla comparativa), o bien, se capta el proceso explicado (como lo sería un diagrama de proceso).